¡La Bolsa o la Vida?

¿Hola, hay alguien aquí?
No es que no me guste venir, es que llevo mucho tiempo espesa, con algún síntoma de papel blanco, baja de ánimo o de escaparme de mi misma, eso no lo sé, pero mientras abro la puerta de Prohibido Entrar quiero aprovechar en sonido de esta flauta andina, y deslizar unas líneas para aliviar el cuerpo.
Estoy también como vos en medio de la cuarentena, me dieron de baja desde el 17 no sé si por la lluvia de mocos que llevaba o porque estaba cagada de miedo de estar yendo todo los días a Madrid. ¿El miedo a lo desconocido?

Y aquí, no creas he hecho mucho, bueno comer, ver memes, leer un poco, limpiar por donde ya he pasado un cachimbo de veces. Es que llevo mal el encierro. ¿Vos como lo llevas?
Yo no me peleo con el virus, es más lo acepto tal como es, me he dedicado a ver por donde pasa y como nos pilla. El cabrón tiene ventajas: Corona+ velocidad+ poder y ubicuidad.

Cuando veo la trayectoria del virus, pienso en “la existencia de dios”, claro que con la única diferencia que a la corona se puede ver aunque sea con microscopio o con el desmejoramiento o comportamiento social y dios pues solo me lo cuentan.

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Aquí en La huerta de Valdecábanos el tiempo pasa despacio, el aire puede entrar por una puerta y escaparse por la otra, se deja escuchar y sentir (casi lo podes ver), el sol calienta mi cama y en esta cuarentena me doy un baño pensando que estoy en la playa o en el río donde nací.
Mi pueblo es tan tranquilo que se escucha el viaje de una pluma o la caída de una hoja.

Es tan rico, aquí el tiempo pasa despacio, puedo escuchar los pájaros, ver las carreras de los conejos, han crecido los matorrales y el cerro se ha vuelto más verde. Ya van quince días de que no escuchamos disparos y que no pasan tantos coches.

Puedo mirar desde la cama hasta las sierras, puedo ver las estrellas y el amanecer o cuando el sol se va a dormir. Esta despejada la verde naturaleza y ahora los nublados somos nosotres. Hemos perdido los caminos y nos hemos guarecido como las ratas cuando ven sobrevolar a las águilas o los gavilanes en las alturas.

No sé si es una frase universal que usan los delincuentes en los caminos, en los autobuses y aquí en las viejas Europas en los metros, las calles, el ascensor, al momento de un asalto. ¡La Bolsa o la Vida! Creo que también se puede agregar a las invasiones militares o políticas de buena vecindad. ¿Y que tiene que ver esa frase en el contexto actual?

A lo mejor nada, pero en cuarentena y con todo el tiempo del mundo, con muchas cosas por hacer, ya por último te asaltan las ideas más locas.
Entre la televisión y la manga de tertulies que llevan, los discursos de los políticos ultras y los fake news y el coronavirus a toda hora, cualquier pensamiento ya te revolotea y te mueve las entrañas.

Es este bicho invisible que ha dejado ver la corona, la velocidad, el poder y la capacidad de estar presente en todos los rincones del mundo, ha dejado en pelota a los poderosos y despejado sus mecanismos o estrategias de defensa en ridículas.

Los poderosos se debaten entre la vida y el dinero, ¿qué es primero? Con dinero, pero sin gente, no sé yo, la sociedad somos una eterna irresponsable, los mejores trasmisores del virus. Pero también es el virus que nos manda a casa. Y ahora que estamos en casa podemos pensar en nosotres, ¿en la gente que queremos? ¿Sobre qué podemos reflexionar?

Aja, ¿si los gobiernos eligen la economía? Vale una mierda la vida, pero si eligen lo contrario cualquier economía es recuperable. Pero en ese dilema en ese debate, la maquinaria que mueve al bicho crece, él viaja, arrebata los cimientos más vulnerables de la sociedad. Pero no es un problema de ahora, es una plaga anterior, el virus solo revela la miseria que nos empaña, la mayor crisis parecía económica y podría pensar que es a causa del virus y no. No nos engañemos la crisis es moral, es de cuidados, es de responsabilidades.

De moral y económica porque los ricos, cada vez son más ricos, las crisis y las enfermedades siempre afectan a la gente de a pies, de aquí abajo, sin apellido, sin oportunidades, con hambre y sin techos.
La crisis de cuidados vuelve a caer en las mujeres, quien me dice que no hay mas femicidios, que hay que aguantar y convivir con el agresor y/o violador sin poder salir, quien me puede decir lo contrario que estando en casa las 24 horas no sea la mujer que vuelve y sigue cocinando y lavando cacharros sin parar, levantándose primero y echándose de últimos, follando sin ganas, quien me dice que las mujeres no están pegadas en las tareas que históricamente nos han asignado?

Hablando de la esclavitud moderna, de las mujeres cuidadoras del hogar, de las trabajadoras anónimas sin documentación en regla. Malditos papeles, malditas reglas, malditas fronteras, maldito racismos o xenofobias, ha sido el virus que destapa, que remueve la mierda que nos llega al cuello y que ya nos ha educado el olfato.
Esto no es un asalto, es que el coronavirus nos ha dejado al descubierto. No se dé donde salió, si viene de otra galaxia o de china, si es un arma biológica o un viajero que dormía en algún rincón ancestral, de donde venga, eso ya no mi importa, qué más da, ya está aquí.

Si era un experimento para reducirnos o para probar que tan hábil era, sigo creyendo que se salió de control, que beneficia más a cierto sector como siempre y que los estados son presas del virus y del dios capital.
Mañana seguro que me despierto y somos menos, y el sigue viajando de mano en mano, mientras estoy aquí no se si lo tengo y me acompaña en el teclado, es que no me preocupa porque no se ve. Me lavo las manos, desinfesto todo, estoy sin besos, sin abrazos, sin cercanía, sin calor humanos, bueno un poquito que me puede crecer la nariz, que vamos que soy consciente de cuidarme y cuidar a mi manada.

¿Muchas cosas mueven el coronavirus, y es ahí donde queda claro si que es lo que vale más o es más importante para los líderes políticos, aquí en España, en vez de ir contra el virus, van contra Pedro Sánchez, o contra las feministas por la marcha del 8M y cuando se va a ir contra los que van en molote al futbol, o a la misa, o las fiestas de las discotecas, o a tantas aglomeraciones sueltas por ahí?

El virus nos deja en cuero, veamos a donde veamos. En Nicaragua no habrá o no hay cuarentena, ni alerta, pero si hay envío de trasmisores del virus a visitar casa a casa. ¿Pero claro, que se puede esperar de un gobierno dictador o asesino? ¿Cuál es la diferencia entre disparar contra el pueblo y dejar que se mueran contagiados por algo que ni siquiera se ve?

Este año bastante peculiar 2020 nunca lo vamos a olvidar y ojala aprendamos y salga la mejor versión humana.
Como veo que el coronavirus está en todas partes, quiero pedirle encuentre por favor la mejor versión humana de esta masa aparentemente inteligente.

Lo decía Berta Cáceres “¡Despertemos! ¡Despertemos humanidad! Ya no hay tiempo”. Ojala quede una buena versión.
Ya me voy y no olvide de lavarse las manos, de seguir las indicaciones, de reír y ser feliz, no le ha pedido que vaya a la guerra, solo que se quede en casa.
A ver si te veo mañana.